Restaurante Papúa. La apertura de Papúa, con su deslumbrante y exótica decoración, es un nuevo restaurante, ubicado bajo la plaza de Colón, junto al teatro Fernán Gómez, es un restaurante lleno de luz, color y exuberancia vegetal.
Papúa es un restaurante de nivel donde se come francamente bien y que no esconde sus aspiraciones a ser un «must» de la capital, lo que lo hace aún más apetecible.
No puedo dejar de decir que es un lugar frecuentado por instagramers y gente guapa de Madrid, pero eso no le resta mérito alguno en cuanto a la calidad de la comida y la excelencia en el servicio. Vamos que el postureo existe, los selfies también, pero lo cortés no quita lo valiente. Está de moda.
Los precios, sin ser baratos, no son desorbitados. Vamos que se puede ir en alguna ocasión que digamos, sea un poco más especial de lo habitual. El cubierto ronda, depende lo que uno tome, los 60 € por persona.
Restaurante Papúa. Diseño colonial
Es un restaurante inspirado en su diseño en el estilo «Colonial» de la Papúa Nueva Guinea que encontraron los colonos europeos cuando arribaron en la isla del Pacífico a principios del s. XVI.
Es un amplio espacio, un enorme oasis de 600 metros cuadrados en pleno distrito financiero de la capital. Si no te fijes no lo ves, porque arriba, en la plaza de Colón hay una terraza, pero el restaurante está justo debajo.
La jirafa que nos recibe a la entrada y la espectacular barra central con el luminoso «Welcome to Papúa», llama poderosamente la atención.
Este estilo Colonial explica la multitud de plantas exóticas. para hacernos sentir como en mitad de la selva, y numerosos elementos de estilo colonial que se reparten por los distintos salones que se disponen en torno al lucernario central.
Comida y servicio excelentes
Centrándonos en la comida, nada más tomar asiento, y después de tomarte una caña o un vermut – Petroni por favor, nos dejan como aperitivo (detalle de la casa, que no se incluirá en el ticket final), una especie de vichyssoise con puerro, cacahuete y romesco, por cierto buenísimo.
Uno de los platos más demandados en Restaurante Papúa es la Pasión por el foie, que se trata de una mousse de foie caramelizada que se sirve en el interior de una fruta de la pasión, y llega acompañada de un bizcocho para que podamos tomar conjuntamente (para mí el foie muy, pero que muy rico, el bizcocho, me sobra…. 🙂
También se puede tomar la Ensalada César en rolls con «air Parmesano» y lima, que se presenta en formato individual dentro de un rollito de papel de arroz, y que se debe tomar envuelto en una hoja de cogollo de lechuga, como si fuera un saam.
Para mí, sensacionales las croquetas de Jamón ibérico de bellota (con una bechamel cremosa y estupendo sabor a jamón) y las de Cocido madrileño (con más carne y menos bechamel con un topping de huevo cocido y mayonesa al jerez).
Es un lugar donde el cuerpo pide platos para compartir. Por ejemplo, Tortilla vaga de cocochas de merluza braseadas, que lleva dos pilpiles de amontillado y guindilla dulce o los Filetes rusos de vaca vieja madurada y canelón de ragout de trompetas de la muerte con bechamel de crema de queso comté.
Me llamó mucho la atención el Arroz bomba mantecado con picanha de vaca rubia gallega madurada 180 días. Una explosión de sabor con una carne de picanha maravillosa que ensalza nuestros sentidos.
En el apartado postres
En el apartado dulce, la cuchara goza con la Tarta de queso Payoyo (ayyy…este quesito, cómo me gusta…) y violetas de Madrid y la Mini-cake invertida de chocolate fondant (cacao 70% origen Papúa Nueva Guinea).
Sobre los Cócteles
Tiene el restaurante Papúa una barra circular central muy chula y moderna.
Sobre los cócteles, tienen una carta con más de una veintena de cócteles a cuál más ricos, haciendo guiños a diferentes partes del mundo. Yo me tomé, un cóctel coronado por una espuma muy atractivo. Aunque me quedo con mi Negroni de toda la vida :-).
En definitiva, una apuesta por la innovación, en un ambiente colonial en la línea del famoso restaurante Amazónico, pero sin esas pretensiones. Al alcance de todos los públicos.
Disfrutado por Nacho Terol